miércoles, agosto 23, 2006

Todo ángel no es más que un pobre diablo

Miércoles 23 de agosto de 2006 — http://cronopiosdiariovirtual.blogspot.com/

Todo ángel no es más
que un pobre diablo


Por Ignacio Ramírez
Director de Cronopios

Cuatro importantes artistas colombianos han creado una pequeña gran obra de arte donde coinciden la imagen, la palabra, la edición y la poesía y hallan su punto de equilibrio en el producto: un libro elemental y bello que se hace querer por donde se le toque, se le mire, se le lea o se le vislumbre, que para todos esos desahogos sirve y funciona como un amuleto de papel, amigo y cómplice al tiempo de angeluras y diabluras, como es la vida lúdica que a veces se disfraza de vigilia y otras de sueño.

Es El ángel sitiado y otros poemas una edición a ocho manos, ocho ojos y cuatro corazones, que según Santiago Mutis, el poeta prologuista, es “un ángel necesario, un ángel no extraviado en la oscuridad de nuestras almas: el Ángel de la Amistad, que une como hilo invisible una comunidad de vigías que a una misma hora de la noche encienden sus lámparas”.

Santiago es uno de esos cuatro artífices. Su prólogo es poesía y la vez interpretación sabia y sensible de la vida y la obra de Juan Manuel, quien por estos tiempos obtiene tantas distinciones y edita tantos libros simultáneamente, que forma parte ya del diario acontecer de este país donde todo se acaba el mismo día, donde los árboles no dejan ver el bosque.

Esa poesía de Roca forma parte también de lo construido: como la luz visible del sitio del ángel:

“En las calles de la ciudad habitaba mi secuestrado corazón. Yo veía hombres de sombrero borsalino, hombres ruidosos entrando o saliendo de burdeles y garitos. Fui perdiendo la inocencia, y con ella el aleteo, el furor de los viajes. No estoy seguro, pero creo que fue el barrendero del barrio quien me dijo que una noche entre moscas muertas y jeringas en desuso, había encontrado mi sonrisa. La inocencia, como una estación de tren barrida por el viento se había ido, y con ella el aleteo.
Por las calles de la ciudad habitaba mi secuestrado corazón, ángel sitiado que no quería el regreso al paraíso”,

El ángel sitiado, de Roca, tiene su farmacia y su vecindario, y está enfermo. Sueña con ángeles y se hace viejo. Y los ángeles viejos no son más que pobres diablos, como lo entendió y lo dibujó Darío Villegas, quien crea las imágenes que habitan esta casa de papel y se dispersan cada una en el sitio preciso de sus habitaciones, páginas sin números.

He ahí otro viaje deleitoso por el universo de las ilustraciones del ángel sitiado por Juan Manuel y hecho hombre por Darío: ángeles niños con incipientes cachos y sonrisas perversas, alados lectores viejos con su vaso de licor en una mano y su libro en la otra, a veces con unas alas tan enormes que parecen albatros y algunos que hacen el amor en una esquina o que se arrastran al final de la historia interminable, porque lo hacen sobre piedras de Sísifo que pueden navegar en un trozo de mar siempre en redondo, o arder entre olas que se vuelven llamas.

Y la mano maestra de Diego Amaral en cada detalle del diseño: el tamaño, el color y la textura del papel, el lenguaje discreto de los espacios blancos, la mano invisible de los ángeles y los demonios que dan razón a la vida de los poetas que vuelan en todas las contravías posibles.

El pobre diablo fuera de tiempo, que escribe en una máquina obsoleta, el que acomoda sus incómodas alas y su larga cola que termina en flecha, el de los cuernos aparentemente mínimos y la hoja de papel que recibe sus secretas palabras como anacrónico sicoanalista.

Diablo pobre, pobre diablo, triste y solitario diablo este escritor que fue tan ángel y que ahora devino en semejante a todos los que intentamos ser sus colegas en las diabluras cándidas y en el recuerdo de los vuelos cumplidos.

Este ángel llegó para quedarse. Este diablo será a partir de hoy el cabezote de Cronopios. Darío nos dio permiso para ponerlo a viajar por los cinco continentes. Mi hijo Miguel Iván me ayudó a diseñarlo como símbolo de nuestro Diario virtual para hombres y mujeres de palabra.

Ángel sitiado, Diablo de Villegas, endiablados Cronopios: ¡Bienvenidos siempre!


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