sábado, septiembre 09, 2006

Lectora y escritora

Sábado 9 de septiembre de 2006 — http://cronopiosdiariovirtual.blogspot.com

Literalúdica

Lina María Pérez,
lectora y escritora



Por Ignacio Ramírez
Director de Cronopios

Panamericana Editorial acaba de lanzar al mercado un volumen de Cuentos punzantes, cuya autora Lina María Pérez siempre se identifica y firma como lectora y escritora, énfasis que se transforma en fiel espejo de quien ha dedicado sus sueños y su vida a esas dos actividades que contienen el ilimitado universo que surge cuando leer y escribir se convierten en causa suprema de la vida.

Lina María escribe y lee todo el tiempo y ahora ya lo sabe el mundo de la gente cercana a la literatura. Antes de 1999, cuando aún no había ganado el Premio Juan Rulfo de narrativa negra convocado mundialmente por Radio Francia Internacional, ni obtenido importantes galardones en otras convocatorias literarias, lo hacía en silencio, casi en secreto, a pesar de que profesionalmente se había formado en filosofía y literatura en la Universidad Javeriana y especialmente en la cercanía cotidiana con los libros, que nunca faltaron en su entorno y que le dieron la posibilidad de vivir entrañables amores de papel con Proust, Nabokov, Borges, Mujica Laines, Rulfo, Del Paso, García Márquez y todos esos personajes de carne y hueso que el lector escoge precisamente porque conciben y echan a andar a otros entes perdurables gracias a la fantasía eterna que contiene la palabra.

Hoy lee con devoción a Julian Barnes y a Roberto Bolaño, a José Saramago y Alexandro Baricco y vive a la caza de los autores nuevos que reflejen en sus textos hallazgos de lenguajes, alquimia para atmósferas, polifonías fundacionales, presencias a la vez lúdicas y tangibles, tal como ella misma prepara sus banquetes narrativos que escogieron el cuento como plato fuerte, aunque ahora, con sigilo sensato está entregada desde hace mucho tiempo a escribir una novela, ópera prima cuyos detalles y temática solo ella sabe cómo esta dosificando y poniendo en cocción para lectores sibaritas que esperan la hora de la cena literaria.

Cuentos punzantes es un segundo peldaño en un proceso de consolidación que comenzó con Cuentos sin antifaz (Arango Editores, 2002), un libro que a pesar de una deslucida presentación editorial se ha defendido solo, tanto, que las principales revistas y suplementos especializados han reproducido sus relatos y registrado críticas elogiosas, tan escasas y extrañas en nuestros medios de comunicación masiva.

Como si fuera poco, el cuento Silencio de neón, que fue el seleccionado por el Concurso Rulfo, está en proceso de convertirse en un largometraje cinematográfico, pues un productor, realizador y director que lo acaricia desde hace varios años, le había propuesto un corto o un mediometraje, pero inmerso en la aventura del argumento ha decidido que la riqueza narrativa da para largo: una película con todas las de la ley, que sin duda algún día veremos en nuestras pantallas de cine.

Con mayor o menor tino (eso depende del lector) desde sus primeros cuentos públicos (sin antifaz) se palpa el dominio del oficio y se hallan en los textos los ingredientes básicos de una escritura sólida y singular donde campean al tiempo la acertada minucia descriptiva, el nudo que individualiza pero a la vez amalgama personajes, la trama que siempre interesa e involucra al lector convirtiéndolo en coprotagonista de los hechos que al final se desenvuelven con soltura y sorpresa dejando el cuento redondo, completo, listo para seguir vivo y latiente en el libro hasta cuando se produzca la relectura o la visita de un curioso lector nuevo.

Ahora, en estos cuentos punzantes bautizados así por el editor que necesita nombres contundentes para sus colecciones, todos los elementos mencionados permanecen y aunque se puede asegurar que continúan el camino exploratorio de los vertidos en Sin antifaz, no hay duda de que aquí se respira un aire nuevo, muy propio de aquella afirmación de Holderlëin cuando proclama de qué manera la más densa literatura es aquella que asume en serio el juego, como los niños.

Porque Cuentos punzantes está consolidado como un todo que por igual funciona con sus textos en búsqueda del equilibrio para la identidad de un libro, pero también para que la autonomía de los relatos permanezca como aquí sucede; sostenida por un eje narrativo donde el detalle surte efecto sin desbordar el límite de la historia, que es “lo que cuenta”, al fin y al cabo.

Son ocho cuentos conocidos ya por los lectores avezados, visitantes de suplementos y revistas literarias. Cuentos que en la memoria permanecen por lo que pasa en ellos y por la forma como están escritos. Historias fantásticas que no son propiamente aquellas que los bautizadores de turno llaman “literatura negra”, aunque sí asoma en ellas siempre el drama, la intriga, el desconcierto y el humor sutil y ácido, como debe ser en los predios del cuentista frente a sus lectores.

Ahí, entonces, el desahogo de una escritora que vive y observa intensamente qué pasa con sus semejantes. Los reconstrucción en palabras del entorno cotidiano, el dedo en la llaga de una sociedad amorfa que se comporta como loca en los terrenos del consumismo, del cual le resulta imposible escapar porque vive atascada en el gran ojo de huracán que constituye el vértigo contemporáneo.

Por alguna razón en estos cuentos se invocan y evocan los boleros para las noches de tango, sueños de soles y conspiraciones de paja, vestidos nuevos y sinfonías eróticas, clave de amor para las partituras que le prestan su música a la vida y a la muerte y agua donde ni huellas quedan a pesar de los hervideros de gente que se detienen a paladearla cuando comienza una desmesurada historia que se escenifica en una enorme pecera proustiana, que —viéndolo bien— es toda la narrativa de Lina María.

Cuentos punzantes está bellamente ilustrado por Yody Castro. La dirección editorial es de Conrado Zuluaga. Y vale la pena tenerlo y explorarlo para averiguar por qué “una polifonía de libros-peces navega en el naufragio”… y muchas otras cosas que tiene para contar y subvertir esta escritora y lectora colombiana.

Lina María Pérez

Es narradora colombiana, graduada en Filosofía y Letras. Su cuento Silencio de neón fue galardonado en 1999, en la modalidad de género negro con el Premio Internacional Juan Rulfo convocado por Radio Internacional de Francia; Sonata en mí obtuvo el Premio Nacional de Cuento Pedro Gómez Valderrama en 2000. Sus relatos han sido incluidos en diversas antologías. Ha publicado Cuentos sin antifaz (Bogotá, Arango Editores, 2002) y las biografías Vladimir Nabokov: a la sombra de una nínfula (Bogotá, Panamericana Editorial, 2004) y el cuento infantil Martín Tominejo (Bogotá, Panamericana Editorial, 2006).