Buscadores de textos
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Aunque el vértigo científico-tecnológico hace todo lo posible por convencer a la humanidad de la inexorable muerte del libro, más hombres y mujeres deciden cada día acometer ese destino largo, solitario, ingrato y complicado de la expresión a través de la palabra. La gente dice que lee, pero no es cierto. Muy fácil hacer la prueba si es usted uno de esos exóticos especímenes que sí devoran y degustan mundos de papel y entabla diálogo desprevenido con los pontífices de coctel, sabedores de títulos, husmeadores de solapas y reseñas. A su primera pregunta sobre el fondo o la forma, el estilo o la atmósfera, se diluirán, volátiles, como vilanos soplados al viento.
La industria editorial crece y engorda sus arcas, pero literariamente se nutre única y exclusivamente de los nombres fulgurantes, las estrellas clásicas, los sobrevivientes del “boom” y los postmodernistas amigos de los teóricos del postmodernismo. Pero la realidad señala que el escritor no tiene quién lo lea. En Colombia la situación es proporcionalmente dramática a la situación del país. ¡Quién lo creyera!, pero a medida que se acrecienta el caos, el núcleo de los nuevos escritores crece. Nadie lo sabe, porque para muchos medios de comunicación la literatura es material desechable o de relleno.
No obstante, en la costa atlántica y en la pacífica, en Nariño, en Antioquia, en el Cauca, en el Tolima, en el Huila, en Risaralda, en todas las regiones del país, hay seres solitarios que persisten en la tarea silenciosa de recrear el universo, el mundo, el microcosmos, en los insondables terrenos de la poesía, el cuento, la novela, el ensayo. Saben ¬¬—casi todos ellos—, que escriben para nadie. Si encontrar un lector es tarea ingrata, pensar en publicar…¡imposible!
La situación llevó, hace ya varios años, a un grupo de lectores optimistas, de aquellos que aman la lectura y luchan contra viento y marea contra quienes no leen y sin embargo tienen la osadía de criticar, a crear “Lectores anónimos, Secta Literaria del Siglo XXI”, cuyo propósito fundamental es el de descubrir y promover autores y textos nacionales de primera calidad. Esos lectores ocultos (que tienen buenos contactos con editores nacionales e internacionales) aún existen y se han convertido en auténticos buscadores de trabajos que pudieran necesitar un empujoncito para convertirse en libros. Su idea es que existen escritores importantes que no cuentan con medios de promoción y menos con lectores capaces de emitir un criterio objetivo acerca de sus obras. Tras el análisis correspondiente, se pondrán en contacto con aquellos autores cuyos textos consideren meritorios o cuya obra en marcha revele talento y vocación literaria. Los lectores anónimos andan con la lámpara de Diógenes. Salga de la duda. Si le responden, les gustó. Si no, tenga la seguridad de que en todo caso fue leído.
Aunque el vértigo científico-tecnológico hace todo lo posible por convencer a la humanidad de la inexorable muerte del libro, más hombres y mujeres deciden cada día acometer ese destino largo, solitario, ingrato y complicado de la expresión a través de la palabra. La gente dice que lee, pero no es cierto. Muy fácil hacer la prueba si es usted uno de esos exóticos especímenes que sí devoran y degustan mundos de papel y entabla diálogo desprevenido con los pontífices de coctel, sabedores de títulos, husmeadores de solapas y reseñas. A su primera pregunta sobre el fondo o la forma, el estilo o la atmósfera, se diluirán, volátiles, como vilanos soplados al viento.
La industria editorial crece y engorda sus arcas, pero literariamente se nutre única y exclusivamente de los nombres fulgurantes, las estrellas clásicas, los sobrevivientes del “boom” y los postmodernistas amigos de los teóricos del postmodernismo. Pero la realidad señala que el escritor no tiene quién lo lea. En Colombia la situación es proporcionalmente dramática a la situación del país. ¡Quién lo creyera!, pero a medida que se acrecienta el caos, el núcleo de los nuevos escritores crece. Nadie lo sabe, porque para muchos medios de comunicación la literatura es material desechable o de relleno.
No obstante, en la costa atlántica y en la pacífica, en Nariño, en Antioquia, en el Cauca, en el Tolima, en el Huila, en Risaralda, en todas las regiones del país, hay seres solitarios que persisten en la tarea silenciosa de recrear el universo, el mundo, el microcosmos, en los insondables terrenos de la poesía, el cuento, la novela, el ensayo. Saben ¬¬—casi todos ellos—, que escriben para nadie. Si encontrar un lector es tarea ingrata, pensar en publicar…¡imposible!
La situación llevó, hace ya varios años, a un grupo de lectores optimistas, de aquellos que aman la lectura y luchan contra viento y marea contra quienes no leen y sin embargo tienen la osadía de criticar, a crear “Lectores anónimos, Secta Literaria del Siglo XXI”, cuyo propósito fundamental es el de descubrir y promover autores y textos nacionales de primera calidad. Esos lectores ocultos (que tienen buenos contactos con editores nacionales e internacionales) aún existen y se han convertido en auténticos buscadores de trabajos que pudieran necesitar un empujoncito para convertirse en libros. Su idea es que existen escritores importantes que no cuentan con medios de promoción y menos con lectores capaces de emitir un criterio objetivo acerca de sus obras. Tras el análisis correspondiente, se pondrán en contacto con aquellos autores cuyos textos consideren meritorios o cuya obra en marcha revele talento y vocación literaria. Los lectores anónimos andan con la lámpara de Diógenes. Salga de la duda. Si le responden, les gustó. Si no, tenga la seguridad de que en todo caso fue leído.
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